El “Rey Prudente”, hijo del emperador Carlos I, falleció, en la madrugada del 13 de septiembre, de 1598, a los 71 años, en una alcoba de El Escorial.
Con Felipe II, la monarquía española llegó a ser la primera potencia de Europa y el Imperio español alcanzó su apogeo.
Durante su reinado fue alabado y calumniado por igual. Sus súbditos lo ensalzaron por el poder planetario que trajo la unión de España y Portugal, pero muchos otros lo odiaron por su sed de poder e intolerancia religiosa.
Felipe II es una figura clave en la novela “El último morisco” que saldrá a la venta el día 1 de noviembre.
Aquí abajo dejo un extracto en el que El rey y don Álvaro de Bazán deciden la suerte de los moriscos granadinos.
Agosto de 1570, Real Alcázar de Madrid, corona de Castilla
Don Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz de Mudela y capitán general del Mar Océano, caminaba tan deprisa como el decoro permitía a un grande de España. Lo hicieron pasar al despacho real, donde Felipe II lo esperaba de pie frente a un mapa. Las lámparas de aceite que iluminaban la mesa acrecentaban la expresión de severidad del monarca.
—¿Dónde han desembarcado? —preguntó el rey sin perder el tiempo en formalidades.
—En Larnaca, Majestad. —El almirante señaló el sureste de la isla de Chipre—. Aunque, según los últimos informes, Lala Mustafá Pachá ha movido cien mil efectivos ante los muros de Nicosia.
—¿Con qué fuerzas contamos allí?
—Unos siete mil hombres, incluyendo a los venecianos…
—¡Pobres diablos! —El rey cerró los ojos.
—Quizás, si enviáramos…
—¡Ya hemos hablado de eso! No podemos poner en riesgo a la flota. ¡Ahora no! —La voz del rey era firme. Así y todo, el marqués de Santa Cruz se atrevió a insistir.
—Majestad, con todo el respeto, por el momento podemos descartar un ataque otomano a nuestras costas, pero en cuanto caiga Chipre nada impedirá a las ciento cincuenta galeras del sultán dominar el Mediterráneo.
—¡Por eso mismo! Debemos preservar nuestras naves y aprovechar el precioso tiempo que el sacrificio de Nicosia va a brindarnos para preparar la alianza con Venecia y su santidad. —Felipe II desplazó la vista a la parte occidental del plano y apuntó con el dedo al sur de la península ibérica—. Mientras tanto, es prioritario acabar con la rebelión de los moriscos. Las rendiciones masivas y la evacuación de los jenízaros a África me llevaron a creer que todo había acabado, pero según la última inteligencia Abén Aboo ha hecho asesinar a El Habaquí y ha reanudado las hostilidades. Por lo pronto, una escuadra patrullará la costa para evitar la llegada de más ayuda exterior.
—Contad con ello, majestad.
—Al mismo tiempo, debemos erradicar cualquier apoyo a los sublevados por parte de la población civil. Don Luis de Requesens sugiere sacar a los moriscos del reino de Granada. De expulsarlos a Berbería, el peligro de que sirvan al turco sería demasiado grande. Así que los alejaremos de sus lugares naturales, llevándolos a Castilla. Don Álvaro, el plan debe ejecutarse antes del final del otoño.
Bazán asintió en silencio y entornó los párpados, tratando de imaginar la titánica tarea que aquella decisión implicaba.