El último morisco

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Se ha escrito mucho sobre la expulsión definitiva de los moriscos decretada por Felipe III en 1609, pero que se ha hablado muy poco de la “saca” de los cristianos nuevos del reino de granada. Una decisión de Felipe II, cruel, arbitraria, pero según algunos, necesaria… que consistió en deportar, entre 1570 y 1571, a más de 300 000 granadinos a castilla, alejándolos para siempre de sus hogares y de la tierra que los había visto nacer.

A las víctimas de esa tragedia no les erigieron memoriales, tampoco han quedado imágenes de cementerios con cruces alineadas, ni testimonios de los supervivientes que tuvieron que abandonar los cadáveres de sus seres queridos, a medio enterrar, en cunetas nevadas. Lamentablemente, muy poco, susceptible de ayudarnos a vislumbrar la dimensión de aquella barbarie, ha sobrevivido al paso de los años.   

Esa historia largamente silenciada necesita ser narrada y para hacerlo he decidido ponerle rostros a una de aquellas familias rotas: la de Kahlíl, el morisco.